lunes, 10 de diciembre de 2012

Yo soy el señor de la discordia...

Se supone que uno, cuando accede al cargo de ministro, entiende las obligaciones y deberes que conlleva el hecho de ser un cargo público expuesto continuamente a los medios y al público. Se necesita moderación y un interés, o al menos simularlo, por aunar voluntades y no por separarlas o crear cizaña. He dicho que se supone, porque el ministro Wert lejos de esto, parece disfrutar creando conflictos y enredándose en todo jaleo que se le pase por delante, como si aún fuera contertulio radiofónico y su meta no fuera otra que el polemizar por polemizar.
Basta solamente con compararle con su antecesor en el cargo, el ex ministro Gabilondo, más allá de la labor propia de la cartera, quedémonos en las actitudes y formas de cada uno. El día y la noche, nada que ver la actitud conciliadora y dialogante del ex ministro con la chulería y altanería del actual ocupante de la cartera. Y es que claro, alguien tendría que recordar al "señor" Wert, que cuando uno ostenta la cartera de educación, es imprescindible que como mínimo, demuestre educación., y deje los chascarrillos, pullas y frases con doble filo para las discusiones de bar y los amigotes, más aún si encima eres el responsable de una reforma educativa que es un golpe de estado al derecho a una educación pública y de garantía.


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